Demasiado pronto y demasiado tarde

Lo nuestro terminó

demasiado pronto y demasiado tarde.

No es que haya perdido el raciocinio,

para eso hay que tenerlo.

Demasiado tarde

para cerrar la puerta que me lleva a ti

y caminar completa,

sin dejar fragmentos de mí atrás

en las sábanas,

en los suspiros de las paredes,

en tu cuerpo,

en ese silencio que nunca falta

«después de»

y que ninguna palabra

parece lo suficiente buena para romperlo.

Demasiado pronto

para que tu cama y mi cama

fueran la misma

y no dos objetos en diferentes casas.

Demasiado pronto

para esperar una llamada

a media mañana

de esas en la que no cuentas nada

y hablas de esto y de lo otro,

porque no importa la conversación,

lo que importa es quién

sujeta el teléfono.

Demasiado pronto

para llamarnos amor

o cualquiera de esos motes

que suenan pura cursilería

en bocas ajenas,

pero que cuando lo das o recibes tú

cobran todo el sentido.

Demasiado tarde,

demasiado pronto.

¿Acaso no es lo mismo

cuando hablamos de amor?

Imagen destacada: pexels

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