Fotografía de Carmen Durán
La noche se asomó por la ventana y talló los objetos de penumbra, al tiempo que vaciaba la oscuridad interna de las almas inanimadas sobre los planos horizontales de la estancia. Los contornos dejaron de serlo y dilataron sus límites más allá de las fronteras permitidas en la luz del día. Saoirse odiaba la oscuridad, transfiguraba su esencia, y su cuerpo deshumanizado formaba parte del elenco exánime de la sala. No había demasiado de ella dentro. El sofá la llamaba, como un amante fiel y despiadado, deseoso de otra noche en blanco para rumiar juntos un pasado desgastado. Subsistiría así, despojada, marchita, pero no sabía durante cuánto tiempo.
Su lengua, mutilada a golpes, callaba. Había aprendido bien la lección: mejor el silencio o unas palabras anodinas sobre el tiempo en un cruce de caminos, que suministrar notas a un interlocutor lacerante.
ALICIA ADAM
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Bonito!!
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Adorable el dominio del lenguaje y deliciosa lectura también.
¡Felicidades, Alicia!
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Gracias.
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