
Detrás de las cortinas
sigue llorando.
Alternativamente,
mira la ciudad bulliciosa
y al pájaro enjaulado
que dejó de cantar
el día que ella
dejó de reír.
Ambos lloran la misma pena,
cada uno a su modo.
Ambos detrás de los barrotes
escuchan sus pasos.
El miedo golpea antes.