Soy el Bosque, donde los no vivos absorben una ínfima parte de la energía vital de las personas cada vez que lo cruzan, imperceptible para el ojo humano. Arrebatada toda la humanidad de la que disponen, cuando sus cuerpos son meras carcasas, se transfiguran en felinos de la noche.
Exijo a mis gatos:
—Solo esa niña famélica, Alba, se resiste a cruzar por aquí, traedla.
Los animales la depositan en mi médula. Mis ramas danzan al compás del viento embelesadas. Se precipitan al alimentarme de su alma y el fuego se inicia en mi corazón. Estallo en llamas.
Fotografía: Mercedes González.
¡Qué fuerza desprende tu relato, Alicia! Un diosa de la naturaleza (o de la muerte) que se alimenta de humanidad… Escalofriante. Muy buena participación. Muchas gracias por tu creación en el reto. Un abrazo 🙂
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Gracias, 😉.
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Buenísimo
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Gracias, 😉.
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