Las olas del mar
susurraban promesas de conquista,
de un mundo vetado
para quienes quieren amar
y morir amando,
para quienes apuestan por una sola vida
bien vivida
y no por la eternidad.
Mientras nadaba
recordé las palabras de los ancestros:
«nadar no significa que consigas salir a flote
ni siquiera que no permanezcas varada.
Nadar te mantiene viva y cuerda
hasta que cruzas la última línea rocosa
que son principio y fin
de ambos mundos.
Una vez que pasas al otro lado,
la muerte puede llegar en el siguiente suspiro
y jamás conocer lo que llamamos cielo:
el amor verdadero.
Nadie ha regresado.
No contamos con piedras sagradas que demuestren que existe.
Dicen que quienes abandonan el refugio del mar
nunca vuelven,
y que la mayoría
perecen a medio camino,
entre las aguas de los monstruos que esconde las profundidades
y los propios demonios.
Es solo una leyenda,
¿lo comprendes?»
Sentí miedo
cuando crucé al otro lado.
La luna y una pequeña luz artificial
iluminaban un objeto que tenía entre las manos.
Él invocaba a los seres de las aguas
para vivir el mismo amor que tuvieron sus padres.
No era una leyenda
el cielo existía
y tuve la certeza de que deseaba
ser parte de ese cielo.
¡Hermoso Alicia! Muchas gracias por compartirlo en el reto semanal especial y conjunto #FANFIC10, un abrazo.
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Muchas gracias a ustedes por esta propuesta compartida que invita a dejar volar la imaginación.
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Hermoso, mujer..! (…ya es un hábito… 😉 ❤ )
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