Cuando el corazón se enamora, el cerebro aprisiona (relato corto)

—Si me das la mano me bajaré de aquí. Lo sé. La desesperación y la amargura acabarán cansándose y se marcharán. Sé que no me crees, ¿por qué ibas a hacerlo? Apenas nos conocemos ya, me he distanciado tanto de ti que nos hemos convertido en dos extraños que no se reconocen. Pienso que la imagen que proyecto de mí no me representa, es una mala copia de mi yo óptimo, o sea de ti, ese que es capaz de hacer cualquier cosa y llegar más lejos que el infinito —ultimó de forma cariñosa su súplica—; por favor, corazón.

—¿Te has vuelto loco, cerebrito? ¿Por qué iba a ayudarte a bajar? Solo eres un estorbo. Mis hombros notan la sobrecarga cuando proyectas cada uno de tus «no puede ser» ante cualquier empresa. Me he enamorado y no quiero verme desbordado con tu negatividad. Lo siento. —Al menos tuvo la decencia de mentir.

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Vi como mi yo óptimo se marchaba sin mirar atrás. El vacío se anidó en mi cabeza y las palabras sellaron mis labios por dentro. Me preparé así para el letargo. Era cuestión de tiempo. No tardaría demasiado en presentarse ante mis puertas para suplicar que le arrojase lágrimas a los ojos y, le acunase sus noches en vela con toda mi sarta de consejos, que ahora despreciaba, pero que no tardaría en necesitar como un bálsamo.

«Cuando el corazón se enamora el cerebro aprisiona», eso lo sabe todo hijo de vecino. Pero luego llega la garra del tiempo y la fase de enamoramiento se esfuma y ¡zas!,  volverá a necesitarme.

Alicia Adam

 

La imagen ha sido tomada del siguiente enlace:

https://www.google.com/search?q=foto+de+corazon+y+cerebro&client=firefox-b&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwj9roGrrO3cAhWH4IUKHc1RAicQ_AUICigB&biw=1366&bih=646#imgrc=LyrploS5P3V8cM:

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17 Comentarios

  1. Racionalizar los sentimientos es pretender sentir a la carta y eso puede ser valido para lo pasajero o caprichos puntuales solamente. Aquello que es libre y voluntario ni se puede enjaular ni obligar.
    Saludos Alicia 🙂

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    1. Saludos, por experiencia sé que llevas razón. Estaría bien contar con un botón que apagara lo que quisiéramos.
      He leído algunas de tus segundas partes de textos, qué pasa después de bajar el telón… Si alguno de los míos te sugiere algo, me encantaría que lo continuaras.

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      1. Creo que el mejor botón para lo que comentas es la experiencia, lo primero es distinguir capricho o deseo de algo serio y de verdad.
        No te quepa duda que si alguno de tus relatos me deja inquieto, la imaginación me andará rondando para buscar un final B.
        Gracias por autorizarme, a veces igual soy demasiado impulsivo.
        Saludos y te agradezco el detalle, solo espero estar a la altura cuando llegue la ocasión 🙂

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  2. ¿Hay que creer los atisbos de la atracción ? ¿Y si no lo hago un pensamiento fugaz me recriminará que deje pasar la sonrisa amable, el aroma seductor, ese movimiento súbito que muestra lo que espero, si ese pensamiento que no lo dejan volver.

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    1. Quería hacer un relato en el que el angelito bueno fuera el corazón y el malo el cerebro.
      Yo creo que los pensamientos frenan muchas veces las impulsividades que podamos tener. En la mayoría de casos, creo que es mejor seguir las «corazonadas».

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  3. Muy bueno. Soy de la opinión de que los dos se necesitan mutuamente para que nuestra vida no sea un completo caos… Pero a veces es tan difícil.. Maravillosa escena que representa tan bien esa tan común dicotomía entre lo racional y lo emocional! ♥

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